Hoy viernes, en una reunión en la Casa Nacional del PLD, se decidirá si la marcha peledeísta que se está convocando por las redes para el 13 de agosto tiene el permiso del Comité Político.
A los organizadores les mueve el sentimiento de frustración que tiene una generación joven de militantes del partido morado ante la acusación generalista de que “los peledeístas son corruptos”. Explican que en las universidades y en sus centros de trabajo, los “compañeros” se sienten humillados cuando se les acusa de pertenecer a un “partido de corruptos”.
El caso Odebrecht está moviendo sensores a muchos niveles. Si el Comité Político (apodado la Corporación por su infinita capacidad de hacer estupendos negocios) niega el permiso para la marcha... los organizadores están decididos a concentrarse de todas maneras en la Casa Nacional ese día. “No somos todos corruptos” sentencian. El propósito de la marcha es llenar la calle de banderas nacionales y de enseñas moradas y amarillas y explicar en el acto final las obras del partido.
Están en su derecho de defender la gestión de sus jefes a la vez que se desligan de los delitos de otros. Y están en la obligación de empujar una corriente interna que renueve unos organismos y unos equipos de liderazgo y de funcionarios envejecidos y señalados.
En el horizonte -no tan lejano- las elecciones de 2020 no pintan muy bien para el partido en el poder porque tan importante como no ser corrupto es no tolerar la corrupción de los compañeros de siglas. Y en eso el PLD ha fallado. Y de eso se trata el momento que vivimos. Odebrecht debe resolverse bien o el precio que pagará el PLD es inmenso. (Eso piensan también algunos dentro del partido.)