La Justicia española condenó a más de 27 años de prisión a Bruno Hernández Vega por las muertes de su tía y su inquilina, una mujer argentina, de cuyos cuerpos se deshizo en una picadora industrial, por lo que los restos no han aparecido.
Según informó hoy el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), se ha descartado que la esquizofrenia que padece el acusado, de 35 años, anule sus facultades mentales, al no establecerse una relación entre su delirio y los asesinatos.
El tribunal le condena a 27 años, tres meses y un día de prisión después de que el jurado popular le considerara responsable de las muertes de su tía Liria Hernández Hernández y de su inquilina Adriana Beatriz Gioiosa.
Un jurado popular lo declaró culpable el pasado día 3 del descuartizamiento de las dos mujeres, su tía en 2010 y su inquilina en 2015, hechos que ocurrieron en la localidad de Majadahonda, cercana a Madrid.
La sentencia considera probado que, tras matar a su tía Liria, Bruno Hernández cargó a la cuenta de ésta recibos por más de 33.000 euros (unos 38.700 dólares) y simuló su firma en un contrato de arrendamiento de una vivienda en Majadahonda, donde se encontró la picadora.
La sentencia considera igualmente probado que el condenado, años después de este primer crimen, el 1 de abril de 2015, causó la muerte de Adriana Beatriz Gioiosa Nassini, cuyo cadáver también troceó e hizo desaparecer ayudándose de la misma picadora de carne.
Para hacer creer a los allegados y amigos de Adriana que la joven seguía con vida y se había marchado de viaje, tres días después de su muerte introdujo dejó en el establecimiento comercial donde ella trabajaba un sobre con una carta mecanografiada dirigida al gerente en la que le contaba esa intención.
Además, para otorgar verosimilitud a la estrategia, Bruno envió mensajes con el móvil de la fallecida en los que explicaba que se encontraba en Barcelona de camino al extranjero.