Vigilantes, dependientes, cajeros de supermercado, teleoperadores, camareras de piso, trabajadores del hogar... son sólo alguno de los profesionales con peores condiciones en el mercado laboral.
Jornadas maratonianas o contratos de apenas 12 horas a la semana, sueldos de miseria, altos ritmos de trabajo, inestabilidad... Éste es el negro horizonte al que se enfrentan cada día los trabajadores con los empleos más precarios, aquellos a los que la recuperación está dejando por el camino.
«Trabajo como repartidor de moto. Mi contrato dice que son 10 horas a la semana y me pagan 50 céntimos por cada reparto. Trabajo mucho más de 10 horas semanales, pero en mi nómina no aparecen reflejadas las horas extras ni los pedidos. Sólo un sueldo básico. Además, me exigen unos tiempos de reparto que no se pueden hacer sin arriesgar la vida o incumplir normas viales», denuncia indignado un trabajador que prefiere mantenerse en el anonimato.
El de este repartidor no es, por desgracia, un caso aislado. Testimonios como éste inundan la página web www. precaritywar.es que ha lanzado CCOO, en el marco de una campaña para combatir la precariedad en el empleo. Una iniciativa con la que el sindicato pretende que se visibilice esta realidad y que quienes sientan miedo o piensen que están solos se atrevan a alzar la voz y a unirse para evitar que «se sigan degradando las condiciones laborales».
«No queremos quedarnos sólo en la denuncia. La precariedad no es una plaga bíblica, es algo que se puede revertir si la gente se organiza y se recurre a instrumentos como la negociación colectiva, los tribunales o la inspección de trabajo», señala José María Martínez, secretario general de la Federación de Servicios de CCOO.
«Precariedad siempre ha habido», denuncia su compañero Santiago Cubero, secretario de Comunicación de la Federación de Construcción y Servicios, «pero con la reforma laboral la situación se ha agudizado en algunos sectores como los vigilantes de seguridad, las camareras de piso, en el trabajo del hogar, en el reparto a domicilio, en el sector del contact center...».
El hecho de tener un empleo ya no asegura tener una vida desahogada. La elevada temporalidad, la parcialidad involuntaria y los trabajos por hora impiden que algunos trabajadores puedan llevar una vida independiente y necesiten tirar de la ayuda de familiares y amigos para poder llegar a fin de mes. En España, una quinta parte de la población se considera en riesgo de pobreza, según Eurostat. Y somos el tercer país de la UE donde más ha crecido este indicador desde 2008.
Para los sindicatos, la reforma laboral de 2012 es la principal responsable de que se haya tocado techo. «La reforma laboral de 2012 tiene mucho culpa de la extensión de la precariedad al haber introducido un elemento que da prioridad a los convenios de empresa sobre los sectoriales. Esto ha dado a las empresas multiservicio la posibilidad de aplicar sus convenios, con condiciones sustancialmente inferiores a las de los sectoriales. Como consecuencia, ha aumentado mucho la figura de los trabajadores multiservicios que cobran salarios en torno a un 40% y un 60% inferiores», explica Gonzalo Pino, secretario de Política Sindical de UGT.
Aunque las organizaciones sindicales han acudido a los tribunales y han logrado que se impugnen más de 60 convenios de empresas multiservicios, Pino advierte de que «si no se deroga la reforma laboral, en los próximos cinco años vamos a un escenario en el que un 35% o un 40% de los trabajadores sufrirá este tipo de devaluaciones salariales. Si no frenamos esta deriva, vamos a una sociedad cada día más desigual y precaria donde la clase media va a terminar desapareciendo», añade.
Fuentes del Ministerio de Empleo niegan que la reforma laboral sea la culpable de lo que está ocurriendo en algunos sectores y recuerdan que «a través de la de las actuaciones de la Dirección General de Empleo, se ha evitado el registro y publicación de casi un centenar de convenios colectivos de empresas de servicios que no respetaban las reglas de legitimación que para su negociación establece el Estatuto de los Trabajadores».
Asimismo, explican que desde el año 2016 se ha intensificado la actuación de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en las empresas de servicios con el objetivo de evitar que se vulneren los derechos de los trabajadores tanto en materia de convenios como por no cotizar por sus empleados o por haber recurrido a cesiones ilegales. En lo que va de año, el número de infracciones asciende ya a 154.
Además, recuerdan que en el marco de la mesa de diálogo social para el impulso de la calidad en el empleo, el Gobierno se ha comprometido a «abordar todas aquellas reformas de nuestro mercado de trabajo que contribuyan a recuperar el empleo y mejorar las condiciones laborales».
Dependientes
Trabajos por horas, a tiempo parcial y con sueldos muy bajos... Ésta es la realidad a la que se enfrentan cada día muchos dependientes. «Con un contrato de 12 horas semanales a dónde voy a ir si no me llega ni para una camiseta básica de 4,99», asegura frustrado un empleado de una conocida cadena internacional. «Además, no tengo ni unos horarios estables que me permitan tener otro trabajo. Por eso, sigo teniendo que recurrir a papá y mamá para no poder morirme de hambre. Tener un trabajo a tiempo completo en comercio se ha convertido en un lujo», sentencia.
Consultores informáticos
Ni siquiera tener una formación en informática donde hay una gran demanda asegura acceder a un buen empleo. «Las empresas buscan mano de obra muy cualificada, pero barata», denuncian desde CCOO.
Vigilantes de seguridad
En otros sectores la situación no es mucho mejor. Este verano, la crisis de El Prat dejó al descubierto la realidad que sufren cada día muchos vigilantes de seguridad. Trabajadores a los que se les exige estar siempre disponibles, 24 horas, 365 días al año; pero a los que no se les remunera de forma proporcional por su trabajo. Para poder tener un sueldo decente a fin de mes, la mayoría se ven obligados a hacer jornadas de más de 12 horas poniendo en riesgo su propia salud.
Más de 123.000 personas, según datos de la Seguridad Social de mayo de 2017, han visto en los últimos años cómo sus condiciones laborales no sólo no permanecían igual sino que empeoraban de forma notable.
La primacía de los convenios de empresa sobre los sectoriales ha abierto una peligrosa vía que han aprovechado algunas compañías para firmar convenios a la baja y buscar la rentabilidad precarizando las condiciones laborales y salariales de sus trabajadores.
Para evitar que se repitan conflictos como el de El Prat, el Gobierno ha impulsado la creación de una mesa con representantes de los Ministerios de Empleo y Seguridad Social, Fomento y Hacienda y de las organizadciones sindicales y empresariales más representativas a nivel estatal para tratar de buscar soluciones que permitan una mejora de las condiciones de trabajo en el ámbito de la seguridad privada.
Camareros/as de piso
La situación de los camareros/as de piso no es mucho mejor. La externalización de los servicios de limpieza en los hoteles ha condenado a estos trabajadores a la más absoluta precariedad, llegando a cobrar 300 euros menos que cuando estaban bajo el paraguas del convenio de hostelería. Y, además, realizando un trabajo con un fuerte componente de desgaste físico.
Fuentes del Ministerio de Empleo subrayan, no obstante, que el principal problema de este colectivo reside en no tener un convenio de ámbito sectorial que regule sus condiciones de trabajo como sí sucede con el personal de limpieza de edificios y locales.
Teleoperadores
Las condiciones no son mucho mejores tampoco en el sector del 'contact center', con bajos sueldos, descansos medidos al milímetro y con la presión que supone atender a clientes, en ocasiones, insatisfechos. «Mi trabajo me evoca recuerdos de la infancia. Conectada ocho horas a unos cascos, aún tengo que levantar la mano para ir al servicio como en el parvulario», cuenta una trabajadora de este sector.
Cajeros de supermercado
Lo de apenas tener descansos durante la jornada laboral es una práctica a la que también están acostumbrados los cajeros de supermercado, que trabajan ocho horas seguidas en un metro cuadrado sin apenas salir y que sólo tienen media hora para tomarse un pequeño respiro o ir al baño. Y a veces no llegan ni siquiera a ser mileuristas.
Trabajadores/as del hogar
Pero, sin duda, el eslabón más débil de la cadena lo ocupan los trabajadores/as del hogar. «Sin derechos laborales y sin protección, siempre en riesgo, trabajando en mil tareas y siempre disponibles...», denuncian desde CCOO.
Este colectivo en el que trabajan principalmente mujeres -un 90%- y donde la presencia de inmigrantes es también muy elevada es el sector más precario de todos en lo que respecta al salario. Habitualmente suelen cobrar el Salario Mínimo Interprofesional (707,60 euros al mes). Además, un porcentaje muy alto se encuentra aún en la economía sumergida. De las 750.000 trabajadoras que están trabajando en el sector, según estimaciones de este sindicato, sólo 427.000 están dadas de alta en el sistema oficial de empleadas del hogar.
Junto a las mujeres, los jóvenes son el segundo colectivo más castigado por la precariedad. Y si no, que se lo pregunten a los becarios.
Becarios
Llegan a las empresas con el objetivo de aprender y conseguir un contrato, pero en lugar de recibir una formación y contar con la supervisión de un tutor, terminan en muchos casos sustituyendo a trabajadores gratis o por sueldos que no llegan ni tan siquiera al salario mínimo.
Repartidores
Si el trabajo de repartidor nunca había sido bien tratado, en los últimos tiempos sus condiciones han empeorado con el auge de las plataformas digitales. Pese a mantener en muchos casos una relación de dependencia con su empleador, son obligados a darse de alta como autónomos aunque deberían tener contratos laborales. En definitiva, falsos autónomos que tienen que hacer jornadas interminables para tener un sueldo que les permita vivir y sometidos constantemente a la presión de que prescindan de sus servicios.
Acostumbrados a enfrentarse diariamente a la cara más dura del mercado laboral, los sindicatos no pueden entender que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, se atreva a decir cosas como que «España vive una primavera del empleo o que el empleo que llega es mejor que el que se fue». «Es obsceno y una negación de la realidad. Es pura propaganda», denuncia Martínez. «La recuperación del empleo de la que tanto habla la ministra no es tal. Trabajan más personas, pero menos jornada. En los últimos años, el trabajo a tiempo parcial involuntario no ha hecho más que crecer», añade indignado.
«Con condiciones precarias se pueden crear millones de trabajos, pero esos empleos no son los que permiten que un país avance», remata Pino.
Para evitar que el cáncer de la precariedad se siga extendiendo, desde CCOO se han marcado como objetivo que en todos los sectores el salario mínimo por hora sea de ocho euros por hora y no de 5,35 como ocurre en muchos ámbitos. «El salario mínimo en los convenios tiene que estar en torno a los 14.000 euros anuales. Es lo justo», defiende Martínez.
«Es hora de que los empresarios acaben con el mantra de la moderación salarial y que los salarios recuperen poder adquisitivo», añade Pino. «Además, el Salario Mínimo Interprofesional tiene que subir también hasta los 1.000 euros, no puede estar en el umbral de la pobreza».