Más de 38.000 personas perdieron la vida por armas de fuego en Estados Unidos el pasado año. Por segundo año consecutivo se ha incrementado, después de una serie de quince años en la que apenas se habían registrado variaciones, el ratio de muertes por esta causa, alcanzando las 12 por cada 100.000 habitantes, frente a las 11 del año anterior, según datos publicados hace unos días por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC
, por sus siglas en inglés).
Los últimos tiroteos masivos–el del pasado 1 de octubre en Las Vegas, en el que un hombre de 64 años mató a cerca de 60 personas, y el del pasado domingo en Texas, donde un joven acabó con la vida de 26 personas que asistían a misa en una iglesia baptista- han puesto de nuevo sobre la mesa el problema de la violencia armada en este país, donde hay estimaciones de que existen más armas que habitantes. La Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense protege el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas.
El anterior presidente, Barack Obama, trató de impulsar durante su mandato medidas para atajar lo que consideró una «epidemia», como mejorar la comprobación del historial delictivo de los poseedores de armas, pero siempre topó con el rechazo de la poderosa Asociación Nacional del Rifle y los sectores republicanos El único cambio que recientemente se han mostrado dispuestos a aceptar, a raíz de la matanza de Las Vegas, es la prohibición de los «bumper stocks», los aparatos que permiten convertir un rifle en armas casi completamente automáticos.
De los más de 38.000 muertos por armas de fuego en Estados Unidos el pasado año, casi dos tercios se correspondieron con suicidios, que se han venido incrementado en la última década. El descenso en los homicidios venía compensando esa cifra, de manera que el total se había quedado estabilizado, pero esa tendencia ha cambiado y las muertes por este motivo también se han situado al alza. La proporción de muertes por armas de fuego causadas de forma involuntaria representa es mucho menor, de poco más del 1%,
Un cambio de tendencia «preocupante»
A comienzos de los 90, la tasa de muertes por armas de fuego llegó a rondar las 15 por 100.000 habitantes y después descendió al entorno de los 10 por 100.000. Entre 2011 y 2014 se habían registrado unas 33.500 por año, casi 5.000 menos que las registradas en 2016.
El responsable de los datos de mortalidad en el Centro de Estadísticas de Salud, Bob Anderson, considera «preocupante» este cambio de tendencia, con incrementos en las muertes relacionadas con armas de fuego después de un largo periodo en el que habían estado estables. Según ha declarado a «The New York Times», se trata de «un aumento muy pronunciado en un año».
Las cifras de muertes por armas de fuego es uno de los datos más destacados en los últimos datos del CDC, junto con el aumento en las víctimas de sobredosis de drogas, que se sitúan en unas 20 por cada 100.000 habitantes. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció a finales del pasado mes la declaración de una emergencia sanitaria por la adicción a los opiáceos en el país.