Hoy llegó por fin una sentencia que no puede ser consuelo para nadie pero que permite sentir la tenue satisfacción de un atisbo de justicia. El general serbio bosnio Ratko Mladic ha sido condenado a cadena perpetua. Tras seis años de juicio, 530 sesiones y la comparecencia de más de 600 testigos, el Tribunal Penal Internacional para la extinta Yugoslaviadictaba hoy la última de las sentencias contra los principales responsables del genocidio perpetrado durante la guerra de los Balcanes. El caudillo militar de los serbios en Bosnia, cerebro de las operaciones militares de asedio de Sarajevo, Bihac y otras ciudades, el autor de la limpieza étnica y principal acusado de la matanza de más de 8.000 varones musulmanes en la localidad bosnia de Srebrenica, morirá en la cárcel.
Los jueces del TPIPY le declararon culpable de 10 de los 11 cargos de que era acusado, incluidos exterminio, asesinato, persecución y ejercicio del terror contra población civil, deportación forzosa y actos inhumanos. El caudillo civil de aquella guerra de exterminio de la población musulmana y croata en Bosnia, Radovan Karadzic, fue condenado el pasado año a 40 años de cárcel. El jefe de ambos y máximo líder de aquella guerra para la creación de una Gran Serbia sobre la mayor parte de la colapsada Yugoslavia, Slobodan Milosevic, murió en la cárcel en La Haya sin concluirse su juicio.
Ratko Mladic, el general sonriente, adorado por sus subordinados, tenía ayer inicialmente buena aspecto cuando entró a la sala contigua al salón de audiencias. Después se ausentó -su abogado dijo que sufría una subida de tensión con peligro de muerte- pero volvió para gritar que todo era mentira y aquello una farsa por lo que fue expulsado antes de la lectura de la sentencia. Este tribunal quedará disuelto próximamente. Se creó con objeto de organizar la investigación, persecución y juicio de los principales criminales de guerra del conflicto de los Balcanes que durante gran parte de la década de los noventa desató las peores matanzas habidas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Lo que empezó con las tensiones entre las repúblicas yugoslavas por sus diferentes criterios a la hora de afrontar el colapso del comunismo en toda Europa oriental escaló pronto hasta una guerra étnica, religiosa y civil en la que el ejército federal yugoslavo se transformaba en fuerza militar a las órdenes de líder y presidente de Serbia, Slobodan Milosevic. Su proyecto era crear una Gran Serbia en todos los territorios con población de su etnia por grande que fueran la presencia de las otras etnias. Ocupó partes de Croacia en Eslavonia oriental y la Krajina para expulsar en campañas de terror a la población croata. En 1992 comenzaba la misma operación en Bosnia. Toda la parte oriental fue objeto de una oleada de terror e inmensa crueldad para generar un masivo movimiento de población en fuga ante las fuerzas de Karadzic y Mladic.
Fuerzas regulares y paramilitares ejecutaban y torturaban pública y masivamente a civiles de todas las edades, mujeres eran secuestradas, violadas y retenidas como esclavas sexuales, la mezquitas sistemáticamente destruidas en las escenas de peor vesania bélica solo comparables a las de tropas nazis o ejército soviético en la Segunda guerra Mundial. Europa, conmocionada ante la brutalidad de la guerra y del largo asedio a la capital bosnia, evidenciaba su total impotencia. La intervención de fuerzas de interposición solo facilitaron la limpieza étnica serbia como pusieron en terrible evidencia las tropas holandesas que permitieron a Mladic capturar a los 8.000 musulmanes que asesinó en Srebrenica. Esta matanza hizo intervenir militarmente a EE.UU. a la cabeza de la OTAN. El general Mladic el triunfador de la guerra patriótica que iba a liberar y redimir a los serbios de todas sus derrotas y sinsabores de siglos pasados comenzó entonces su ocaso que concluye ahora con la certeza de que jamás volverá a su pueblo Bozanovici, donde le adoran y considerarán siempre un héroe de la patria.