«No hay rastro del submarino. Estamos en la parte crítica, el séptimo día». Las palabras del capitán, Enrique Balbi, apuntaban directo a lo que ahora sería el verdadero problema: «El oxígeno». Siempre y cuando, añadía, «suponiendo que hace siete días que (el submarino) no tiene capacidad para subir y renovar aire». Dicho esto, abrió una puerta a la esperanza: «No descartamos que esté en superficie».
Nadie se rinde ni arroja la toalla. La operación de búsqueda y rescate del ARA San Juan en las aguas del Atlántico sur continúa, aunque los ánimos son otros y los indicios y comunicados adquieren un tono más pesimista. Con vida o sin ella, el objetivo es localizar a los 44 marinos.
«Si están a unos 400 metros de profundidad, los equipos de Estados Unidos los van a encontrar. Tienen la mejor tecnología y no van a renunciar. El problema es que el buque se encuentre más allá de 800 metros. En ese caso, será muy difícil hallarlos», confía una fuente de la Armada.
Sin descanso en la exploración del sector donde se presume podría estar varada la nave, las falsas alarmas y filtraciones se suceden pero todo queda, a la hora de la verdad, descartado. «Estamos haciendo lo humanamente posible», reconocía Balbi antes de agradecer «a los países que generosamente han ofrecido su ayuda en esta tarea humanitaria».
Con los 44 tripulantes presentes en todas las conversaciones, redes sociales y noticiarios de Argentina, sus nombres y vidas empiezan a recordarse en la prensa. La historia de Eliana María Krawczyk, primera mujer en Sudamérica en convertirse en oficial en un submarino era conocida. No así la del resto de los 43 y, la más importante, la del capitán de fragata, Pedro Martín Fernández, el hombre que debe liderar en estos momentos críticos a la tripulación.
Roger Cotrina Alvarado, sobreviente del Pacocha, el submarino peruano que impactó contra un buque japonés en 1988 frente a las costas de Lima, observa que «siempre hay algunos más pesimistas y otros resignados dentro del grupo. Por eso es vital la figura del líder ahí dentro. Al final, ese liderazgo se impone. El hecho de que un líder demuestre que está dispuesto a dar todo por su gente hace que lo sigan en cada una de sus decisiones hasta el final. Lo más importante -añade en Infobae.com- es que nunca le mienta a la tripulación. Tiene que dejar en claro las posibilidades, los riesgos y los pasos a seguir».
Ese hombre tiene que ser el comandante del submarino desaparecido el miércoles de la semana pasada y, a juicio de Cotrina, lo «primordial» sería «que se intente minimizar el gasto de oxígeno dentro del submarino. Uno de los métodos es restringir al máximo las guardias, enviar a todo el mundo a dormir y a descansar y que quede una sola persona encargada de patrullar el buque y revisar posibles filtraciones de agua», asegura en el diario digital con mayor número de visitas de Argentina.
«No hay que abandonar la búsqueda nunca»
Pedro Martín Fernández, casado y padre de tres hijos, se mudó a la ciudad de Mar del Plata, donde opera una base naval, en mayo del 2015. El lunes 6 de noviembre encabezó un viaje de navegación con inmersión junto al Superior Tribunal de Justicia de Tierra del Fuego y autoridades de la provincia más al sur de Argentina. Con el ARA San Juan partió de Ushuaia la semana pasada con destino a Mar del Plata. Con poco más de 40 años, los que le conocen destacan su trato «afable», «inteligencia» y «formación. Es una persona muy culta, de 10», resumen.
Roger, jefe de Ingeniería del Pachoca, insiste en que la confianza en el mando es definitiva y advierte. «Aunque parezca que todo está perdido, no hay que abandonar la búsqueda nunca. El cuerpo humano resiste más de lo que muchos creen». Lo sabe por experiencia propia, fue uno de los 52 tripulantes (ocho murieron) que sobrevivió al impacto del Kiowa Maru. Logró escapar del submarino y nadar a pulmón 42 metros hasta la superficie.