El objetivo de la ley es igualar los derechos y deberes de los brasileños y extranjeros
Hoy entra en vigor la nueva ley de migración, con el objetivo de igualar los derechos y deberes de los extranjeros a los de los brasileños y facilitar su llegada al país como mano de obra.
En mayo pasado los legisladores sancionaron una veintena de vetos por el presidente Michel Temer que, sustituirá al Estatuto del Extranjero, que data de la dictadura militar (1964-1985) y veía al inmigrante como “una amenaza a la seguridad nacional”, explicó Diana Quintas, abogada en Brasil de la firma Fragomen.
“Es una reforma total de la migración. Teníamos una ley que era muy proteccionista, muy cerrada, muy restrictiva. La nueva es totalmente abierta, da derechos y garantías y expresamente prohíbe la xenofobia” y el racismo, afirma la abogada.
Para profesor Istvan Kasznar, del centro de estudios económicos Fundación Getulio Vargas (FGV), el documento actual es “más liberal y adecuado para atender correctamente los Derechos Humanos” de los inmigrantes.
El canciller, Aloysio Nunes, impuso una norma que iguala los derechos y deberes de los inmigrantes al de los brasileños, regula su entrada y estadía en el país, además de plantear directrices para impulsar políticas públicas dirigidas hacia ellos.
Por otro lado, establece el visado de visitas, que englobará al de turismo y negocios, y permite a los extranjeros con curso superior o equivalente trabajar en Brasil sin la necesidad de tener que llegar con una propuesta formal de empleo de una compañía afincada en el país.
El profesor Kasznar asegura que en la ley “existe mucho de escribir de cara a la galería”, pero, en su opinión, “el realismo en ciertas cuestiones” no está reflejado con “la propiedad que se esperaría”.
Para el profesor no tiene mucho sentido que se garantice a los inmigrantes el “acceso a los servicios públicos de salud y de asistencia social y al sistema de pensiones” (art. 4 VIII), cuando “el brasileño hoy no tiene asistencia médica cualificada ni tiene una asistencia social buena”.
Entre los años 2010 y 2015, el número de empleados inmigrantes aumentó en Brasil el 131 % pasando de los 54.333 a los 125.535, lo que corresponde a menos del 0,5 % de los trabajadores del mercado formal de trabajo, según datos oficiales.
En 2015, los haitianos representaban el 26,4 % de la fuerza de trabajo inmigrante en el país. “La ley tiene lagunas y trajo la mención de un decreto en 37 veces”, apunta Quintas, quien considera que mismo con la publicación del decreto el asunto no estará resuelto porque algunos puntos requieren acciones conjuntas de los Ministerios de Trabajo, Justicia y Relaciones Exteriores.
Para poder venir a buscar empleo sin una oferta formal de trabajo, será necesario tener el título de un curso superior o equivalente en “profesiones estratégicas para Brasil”, pero no se dan “detalles” de cuáles son esas actividades, subraya la abogada.
La ley también precisa definir un sistema de control, como el que ya funciona en países avanzados en recibir inmigrantes, como Canadá y Australia; y aclarar el papel del Estado en la garantía de los derechos y deberes, entre otros temas.
Ante estos cambios de calado, los organismos competentes tienen hasta un año para unificar los sistemas informáticos en base a la nueva ley, pero todavía no han empezado, asegura Quintas.