El expresidentes georgiano Mijail Saakashvili nunca ha sido un político discreto, más bien todo lo contrario. Esta mañana ha sido detenido por la policía ucraniana después de que intentara resistirse subiéndose al tejado de su edificio, de ocho plantas, en la calle Kostelnaya de Kiev, no está muy claro si amagando con arrojarse al vacío o simplemente en espera de congregar abajo una gran protesta en su favor.
Al final, y en medio de un tumulto de más de un centenar de policías, fotógrafos y algunas docenas de sus partidarios, fue bajado del edificio entre forcejeos. Desde lo alto, había afirmado que la orden de detención dictada por la Fiscalía General respondía a la intención del presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, de entregarlo “al oligarca de Putin”.
La de Saakashvili, protagonista de la Revolución de las rosas en el 2003 y presidente de Georgia durante casi diez años, es la historia de una caída en desgracia. Perseguido por la justicia de su país por abuso de poder tras la desastrosa guerra con Rusia en el 2008, Mijail Saakashvili se refugió en Ucrania, país que frecuentaba -incluso demasiado a menudo para algunos- durante el mandato de su amigo Víktor Yúshenko, y acabó adoptando la nacionalidad ucraniana con la insólita decisión de Petró Poroshenko de nombrarlo en el 2015 gobernador de la estratégica y mayoritariamente rusófona región de Odessa.
Saakashvili ha hecho campaña para destituir al presidente de Ucrania, su antiguo valedor
Pero el siempre locuaz Saakashvili pronto se enfrentó con los poderes locales y, según él, encontró resistencia a sus planes de reformas y ningún apoyo por parte de Poroshenko. Pronto empezó el enfrentamiento directo con el presidente ucraniano. Hace un año, dimitió del cargo y anunció que se lanzaría al ruedo político y llegó a promover un impeachment al presidente.
La detención de Saakashvili ocurre justo dos días después de una manifestación en Kíev bajo el lema “Marcha por el impeachment” que, según medios de prensa ucranianos, reunió a unas 3.000 personas y se producía en el marco de una serie de protestas ante el Parlamento desde el pasado octubre en demanda de leyes anticorrupción y por el levantamiento de la inmunidad a los diputados. Según el abogado del político, no está claro de qué se le acusa o de si se trata de “sospechas” de intento de derrocar el Gobierno. La Fiscalía lleva a cabo una “investigación criminal” cuyo contenido no ha sido revelado, según el Kiyv Post.