La quinta generación de conexión móvil supone cambios mucho mayores que los del 4G. Los operadores deberán hacer grandes inversiones, lo que puede derivar en una subida de las tarifas
En el Mobile World Congress (MWC) del 2017 en Barcelona el 5G fue protagonista por el número de promesas sobre esta nueva tecnología, aunque con pocas –o cero– realidades. En cambio, en el MWC de este año, que se celebró esta semana en Barcelona, se ha pasado a la acción con presentación de módems y procesadores, demostraciones de 5G y también planes de futuro. Pero, ¿por qué es tan diferente el 5G? ¿Cómo va a cambiar la vida de los ciudadanos?
"Quien se imagine el 5G como la evolución que fue el 4G está equivocado. El 5G es una revolución mucho más amplia, que lo cambiará todo", explicaba hace dos semanas el director general de Vodafone para Cataluña, Albert Buxadé, en un acto en Castelldefels. Ese día, precisamente, el operador lograba establecer la primera llamada del mundo sobre 5G, después de que en diciembre se estableciesen los estándares de radio para este tecnología.
La quinta generación de telefonía móvil empieza a ser ya una realidad. Definidos una parte de los estándares, comenzará el trabajo de fabricantes y operadores para desarrollarlo e implementarlo. Enrique Blanco, responsable de tecnología, redes y sistemas de Telefónica, explicó en el MWC que llevan cinco años trabajando en la llegada del 5G, y que actualmente su equipo dedica el 50% del tiempo a esa tecnología.
LOS CAMBIOS
El 5G supone numerosas mejoras respecto a la anterior generación, lo que abrirá un mundo de posibilidades. "Con el 5G pasaremos de estar conectados solo las personas a que todo esté conectado", explicaba en la feria Tomás Alonso, director de ingeniería de producto de Orange España. Ese "todo" significa que gracias a las ventajas del 5G, será factible que cualquier objeto incluya sensores y conectividad para comunicarse con el resto de objetos.
Así, el 5G implica, primero, una mejora de la velocidad: si con el 4G se lograba una velocidad de descarga de 150 megas por segundo, se pasará a hasta 20 gigas por segundo. Ello abre un mundo de posibilidades: desde la visión en vivo de vídeo 4K HDR a la computación a distancia, es decir, no se necesitará instalar gran cantidad de procesadores en algunos objetos porque la computación se podrá hacer en la nube.
Después, el 5G también trae consigo un descenso de la latencia, es decir, el tiempo que transcurre entre que se da una orden y esta transcurre. En este sentido, la caída es de los 50 milisegundos del 4G a entre uno y cinco del 5G. En situaciones como una operación remota hacer una incisión en el momento adecuado es vital; o en la conducción a distancia, frenar antes o después puede significar tener un accidente.
MÁS CONEXIONES
Otra de las ventajas del 5G es la cantidad de dispositivos que se pueden conectar a la red, una variable que en este caso pasará de los 10.000 dispositivos por kilómetro cuadrado a un millón. Este hecho, sumado a otra de las mejoras del 5G, la eficiencia energética, permitirá otro significativo avance: convertir en real promesas como las ciudades conectadas o el coche autónomo. Colocando sensores en todo tipo de objetos, se puede lograr tener monitorizada cada esquina de las ciudades. Si estos se ‘hablan’ entre ellos, se puede lograr una mejora de la vida de los ciudadanos, que los coches puedan navegar de forma autónoma, menos accidentes...
Por último, el 5G permite también implementar redes virtuales (network slicing), es decir, dar características concretas a una parte de la red, de tal manera que se pueda, por ejemplo, ajustar una latencia mínima para conexiones de emergencia y, por el otro, gran velocidad de descarga para los usuarios comunes. "El 5G será diferencial con respecto a tecnologías anteriores porque es una nueva red basada en software, programable, flexible, escalable, eficiente y abierta", dijo Blanco.
Sin embargo, no todo son ventajas. Los móviles, que comenzarán a aparecer a mitad del 2019, se encarecerán entre 150 y 250 euros, según Blanco. Además, el despliegue supondrá una gran inversión por parte de las operadoras, lo que implica que podrían repercutir ese coste en los precios de los servicios.