Hace sólo unos meses que la reforma fiscal del Gobierno estadounidense prometía más alzas para las cotizadas, pero el escenario ha dado un giro, de nuevo, a golpe de tuit. El pulso arancelario con China y las 'embestidas' hacia Amazon por parte del inquilino de la Casa Blanca han frenado a los alcistas, que pese a todo se aferran a una buena temporada de resultados empresariales.
En los primeros compases del primer trimestre del año, la quimera bursátil impulsada por la Casa Blanca en forma de reforma fiscal y rebaja generalizada de impuestos denotaba la sintonía existente entre los inversores patrios y el Despacho Oval. Intentando hacer oídos sordos al resto de polémicas y altercados instigados por el arisco y poco tradicional presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el mercado se aferró a la agenda económica de Washington. También a los sólidos fundamentos económicos y el deslumbre que todavía dejaban los ricitos de oro, véase el repunte de los precios, para justificar sus continuos máximos.
Poco más de tres meses más tarde, las tornas han cambiado y la falta de cálculo de la administración Trump se postula en estos momentos como la lanza que podría atravesar el lomo del miura que hasta no hace mucho embestía cualquier sentimiento bajista. Si el astado de la renta variable americana logró recuperarse a duras penas de su primer traspiés a comienzos de febrero ante el temor a un repunte inflacionista, el pulso arancelario iniciado por el Gobierno estadounidense y los ataques bizarros del comandante en jefe a Amazon generan desasosiego en el parqué.
"Si las negociaciones entre EEUU y China se ponen feas, los inversores se pondrán aún más a la defensiva y el presidente chino, Xi Jingping, es consciente de esto", explica Ken Polcari, director de O´Neill Securities, en la Bolsa de Nueva York. Según su punto de vista, si el mandatario chino quisiera "desbaratar" la tendencia de la renta variable americana sólo tiene que poner presión sobre Trump. "Si Xi aplica aranceles a la soja, entonces hiere al agricultor estadounidense que luego presionará a Trump de cara a las elecciones legislativas, algo que puede crear mucha angustia a corto plazo", añade.
Aunque por sí mismas las medidas anunciadas hasta el momento tendrían un efecto limitado en la economía de EEUU, hay que tener en cuenta la posibilidad de que su repercusión sea mayor con el tiempo. No solo los agricultores notarían los aranceles chinos a la soja, el sector automotriz o aeronáutico también saldrían escaldados y con ellos tanto los empleados de sus fábricas como el consumidor estadounidense. "Existe la sensación de que la actividad mundial se ha debilitado algo en el primer trimestre, ya que la confianza se ha visto golpeada por la renovada presión proteccionista del presidente Trump", aclara Mark Cliffe, jefe de análisis global de ING. Este experto también considera que el último tambaleo del mercado liderado por la tecnología tampoco ayuda.
Y no hay que pasar por alto otro factor de nerviosismo para economistas e inversores. El hecho de que Pekín sea uno de los principales acreedores de EEUU, con alrededor de 1,2 billones de dólares en bonos del Tesoro estadounidense, ofrece una granada de mano política que genera algún que otro escalofrío entre algunas mesas de inversión. Si China vende deuda americana, el dólar podría debilitarse y fomentar que otros países vendan también sus bonos de EEUU. Dado que el Departamento del Tesoro tiene previsto duplicar sus emisiones para financiar su reforma fiscal y otros gastos públicos mientras la Reserva Federal adelgaza su balance, la mano del gigante asiático podría azuzar el mercado de renta fija.
Dicho esto, no ha llegado la sangre al río. "Todavía creemos que la prima de riesgo de las acciones sigue indicando que estas aún se valoran de forma atractiva en relación con la mayoría de los bonos", señala Kim Catechis, responsable de mercados emergentes de Martin Currie, filial de Legg Mason. De hecho, Catechis cree que los movimientos rápidos e inconsistentes que hemos visto desde el inicio del año en las bolsas se contraponen con los fundamentos macroeconómicos.
Con la esperanza en los resultados
Es por ello que en medio de la tormenta arancelaria, que no parece amainar si tenemos en cuenta Trump ha ordenado al representante comercial de EEUU, Robert Lighthizer, que baraje imponer gravámenes adicionales por valor de 100.000 millones de dólares a China, algunos esperan que la próxima temporada de resultados se convierta en el oasis que de un respiro a los últimos bandazos.
Según Factset, los beneficios del S&P 500 deben crecer al menos un 17,3 por ciento. Si se materializasen estas proyecciones estaríamos hablando del mayor repunte desde el primer trimestre de 2011. "Los analistas no solo han aumentado las estimaciones de beneficios para el primer trimestre, sino también para todo el año", recalca John Butters, analista senior de Factset, quien alude este optimismo a la rebaja del impuesto de sociedades, la estabilización de los precios del crudo y las expectativas de que la Fed siga con sus subidas de tipos, algo que beneficiará al sector financiero.
Aun así, otro hecho que rechina en los mercados de EEUU es la reciente obsesión de Trump con Amazon y su fundador, Jeff Bezos. El presidente ya ha atacado en diversas ocasiones al conglomerado online y a su capitán, a su vez propietario a cuenta propia del Washington Post, pero en las últimas semanas los tuits contra la de Seattle han sido continuos. Algo que hizo perder a la compañía más de 60.000 millones de dólares en capitalización bursátil antes de iniciar su recuperación.
Amazon es el cuarto valor más importante del S&P 500 y su cotización tiene un impacto directo en los planes de pensiones de muchos estadounidenses. Gestoras de planes como Vanguard, T. Rowe Price, Fidelity, BlackRock y State Street Global Advisors poseen cerca del 20 por ciento de las acciones de la minorista online. La consultora financiera eVestment indicó en un informe que Amazon era el décimo valor más popular entre las grandes instituciones, formando parte en el 14 por ciento de los 6.800 fondos.
No es la primera vez que Trump ha usado su cuenta en Twitter para arremeter contra compañías concretas. Si echamos la vista atrás, esto se ha convertido en un elemento asiduo de su mandato, pero hasta ahora no había atacado consistentemente contra un titán como Amazon de forma tan insistente, con la excepción de las empresas de medios de comunicación patrias. Eso sí, a día de hoy, es responsabilidad del Departamento de Justicia o de la Comisión Federal de Comercio iniciar cualquier tipo de caso contra la de Seattle y no de las rabietas del inquilino de la Casa Blanca.